Lo que escapa a nuestro alcance son las fotografías que nos tiran. Algunos se acercan a preguntar si está bien o hacen gestos de aprobación interrogativa desde una distancia prudencial de tres metros que evite cualquier compromiso. Nosotros siempre contestamos que sí, que adelante, que agranden su colección de momentos si consideran que éste merece la pena. ¿Te gusta la poesía? ¿Quieres un poema? Es instantáneo, espontáneo. Es a cambio de una donación. La persona en cuestión ya está en Jacinto Benavente o se acerca. Las fotos en realidad no nos importan, pero a veces incomodan. Esto ocurre cuando no hemos escrito ningún poema y nos fríen con flashes como a monos de feria. Los japoneses son los más asiduos a este tipo de fechorías. Todavía tratamos de pillar a uno in fraganti y tomarle una foto con el móvil mientras él hace la suya. Queremos cazar al cazador pero siempre nos pilla desprevenidos.
Poema de Alejandro Panés